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Jun 23, 2025 | REVISTA

✦ Tu estrategia no falla. Sólo está enterrada

Ramón Maurel Pascual

Mentor senior, formador y conferenciante en liderazgo.

Cómo el exceso de ego, urgencia y PowerPoint está matando tu dirección real.

Si alguna vez has salido de una reunión estratégica con la sensación de que todo se ha cambiado para que nada cambie, este artículo es para ti.

En muchas organizaciones, los comités ejecutivos (apoyados por mentores, consultores, asesores…) se reúnen durante horas y horas para “definir la estrategia”, apoyados en innumerables fuentes de datos, prospecciones, proyecciones…

Slides interminables, mapas de stakeholders, Canvas de mil colores, análisis DAFO, PESTEL y un largo etcétera.

“Si no sabes qué dejar de hacer, no tienes estrategia. Tienes ocupación.”

El documento final, ya filtrado, tamizado y maquetado, es elegante… pero al terminar el proceso, algo flota en el aire: la sensación de que no ha cambiado nada y de que nada va a cambiar.

De que simplemente, era un ejercicio que había que hacer.

¿El problema? No era (ni es) la carencia de una estrategia. Estaba (y está) en el exceso de todo lo demás.

  • Exceso de urgencia.
  • Exceso de jerarquía.
  • Exceso de control.
  • Exceso de ego.
  • Exceso de postureo.
  • Exceso de miedo a simplificar.

Y cuando sobra tanto, falta lo más importante: claridad.

De estrategia a espectáculo: el peligro del exceso 

La complejidad es una forma sofisticada de no decidir. Se disfraza de profundidad, pero es puro teatro.

Decía Pascal: “Disculpa que esta carta sea tan larga, no tuve tiempo de hacerla más corta.”

Lo mismo ocurre en las organizaciones: cuanto menos tiempo se dedica a pensar de verdad, más largas y complejas se vuelven las estrategias.

Y es que, habitualmente, no hace falta una nueva estrategia. Lo que hace falta es valentía para limpiar la actual.

La mayoría de las veces, la estrategia no está mal definida… está sepultada.

Sepultada bajo capas de PowerPoint.

Bajo objetivos que nadie siente como propios.

Bajo frases que nadie entiende ni recuerda.

Un acto más de la aburrida escena corporativa.

Como decía un CEO con el que trabajé:

“Tenemos tantas prioridades que no sabemos cuál es la prioridad.”

Antes de redibujar nada, hazte esta pregunta incómoda: ¿Estás liderando una estrategia… o interpretando un papel?

Si tienes dudas, sigue leyendo…

10 señales de que estás haciendo teatro corporativo

Tu estrategia es tu forma de estar en el mercado, de mostrar lo que tú eres, la manera en la que vas a competir con el resto.

Mi pregunta es simple: ¿Tu estrategia es una hoja de ruta… o puro teatro?

Aquí tienes 10 señales (con ejemplos reales) de que lo que llamas estrategia es en realidad escenografía corporativa:

1. Nadie en el equipo puede explicarla sin leer un PowerPoint.
Preguntas a tres managers y uno habla de clientes, otro de sostenibilidad y otro del metaverso. No es estrategia, es storytelling.

2. Tiene tantos objetivos que no sabes cuál es la auténtica prioridad.
“Crecimiento + clima laboral + innovación + ahorro”… Resultado: todo y nada a la vez.

3. Está escrita en un lenguaje que nadie usa en la vida real.
“Impulsar ecosistemas de valor con impacto transversal” ¿Entienden esto tus equipos?¿Hay alguien que hable así por la calle?

4. Los comportamientos diarios no han cambiado en absoluto.
El cliente sigue sin estar en el centro, aunque (por supuesto) exista la slide de turno que dice lo contrario. De hecho, es el único sitio donde se dice…

5. Los equipos no saben qué deben dejar de hacer.
Nueva línea, nuevos OKR… pero todo lo anterior sigue. Más trabajo, menos dirección.

6. Se presentó en una convención… y no se volvió a mencionar.
Aplausos, vídeo, merchandising. Y luego, silencio.

7. Está llena de KPIs que se miden, pero no importan.
¿100 likes en LinkedIn? Muy bien ¿Y el producto, se vende?

8. Depende de que ‘los de arriba’ la recuerden y la repitan.
Si solo vive en la voz del CEO, no es cultura, es dependencia.

9. Oculta los miedos reales del negocio con palabras bonitas.
No decís “nos da miedo perder cuota”, decís “reposicionar el valor percibido del cliente”.

10. Sirve para quedar bien, no para decidir mejor.
Nadie la cuestiona en público. Pero tampoco la usa en privado.

Si te has visto reflejada en alguna (o incluso todas) estas señales, te propongo algo radicalmente simple: limpiar tu estrategia sin rehacerla.

 

Una hoja. Una conversación. Una decisión

Sí. Limpiarla. Como quien desbroza un camino para volver a caminarlo.

Y hacerlo con una herramienta que cabe en una sola hoja de papel.

La estrategia en una hoja: método en 5 bloques

Toma un folio. No uses slides. No adornes. Solo verdad.

Divídelo en 5 bloques:

1. ¿Qué queremos lograr (de verdad)?
Una sola frase. Ej.: “Ser la marca que nuestros clientes recomiendan con los ojos cerrados.”

2. ¿Para qué lo queremos lograr?
Propósito claro. Ej.: “Para dejar de competir por precio y construir lealtad.”

3. ¿Qué no vamos a hacer más?
Ej.: “No lanzaremos más de dos productos al año. No haremos proyectos sin dueño claro.”

4. ¿Qué comportamientos vamos a reforzar?
Ej.: “Daremos feedback semanal. Celebraremos el foco, no sólo la velocidad.”

5. ¿Cómo sabremos que vamos bien?
Sin métricas vacías. Ej.: “Nos recomiendan más. Se queda más gente. Disminuyen los errores.”

7 movimientos para destilar claridad en tu equipo

1. Haz el ejercicio de la hoja con tu equipo.
En una hora ganarás más claridad que en tres meses de presentaciones.

2. Elimina un objetivo.
El más “bonito” pero irrelevante. Menos es mejor.

3. Prohíbe las frases vacías.
Si no se puede explicar en una conversación real, queda fuera.

4. Pide a tres personas que te digan cuál es la estrategia.
Si no coinciden, hay que volver a empezar.

5. Redacta sin adjetivos.
Solo hechos. Solo decisiones.

6. Cuenta en voz alta lo que vais a dejar de hacer.
Será incómodo. Y liberador.

7. Haz de la simplicidad un principio no negociable.
Donde hay claridad, hay dirección.

“El teatro estratégico se mide en aplausos. La dirección real, en decisiones incómodas.”

No es falta de estrategia. Es exceso de todo lo demás

No necesitas más información.
No necesitas otro plan estratégico.

Lo que necesitas es menos ego, menos miedo y menos maquillaje.
Porque una hoja con verdad vale más que 40 slides con miedo.

En tiempos de ruido, la claridad no es solo una ventaja. Es una revolución.
Y es que cuando simplificas de verdad, ya no compites. Tomas el mando.

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