Es un hecho: muchas empresas temen introducir en su operativa sistemas de medición de la productividad porque creen que sus empleados lo verán como un intento de controlar su trabajo y reaccionarán negativamente. Sin embargo, numerosas experiencias demuestran que medir el desempeño de los trabajadores no solo permite mejorar el rendimiento individual y colectivo, sino que tiene efectos positivos en el bienestar del empleado e incluso en su salud mental. WorkMeter, la empresa española especializada en soluciones de registro horario, medición de la productividad y gestión de RR.HH, ha elaborado un listado de esos beneficios ‘ocultos’ de los sistemas de medición.

Según Joan Pons, CEO de WorkMeter, “Los cambios siempre generan resistencias y empezar a trabajar con un sistema de medición cuando nunca se ha hecho antes no es una excepción a esa regla. Empresas y trabajadores necesitan un lógico periodo de adaptación, pero la experiencia demuestra que cuando ya llevan algo de rodaje usando herramientas dedicadas a la medición del desempeño, comienzan a encontrar ventajas que nunca habrían imaginado que tendría, y dónde antes veían afán o control, empiezan a encontrar empoderamiento, información y confianza mutua”.

Para la compañía responsable de herramientas digitales de medición como Time@Work o EffiWork, estas aplicaciones son útiles tanto para la empresa como para los trabajadores, pero son estos últimos “quienes de verdad acaban extrayendo de ellas un inesperado valor añadido que hace más fácil y satisfactoria su experiencia de empleado”, agrega Pons.

7 razones por las que medir la productividad mejora el bienestar del empleado

Les ayuda a desconectar. Los sistemas de medición no solo sirven para saber cuántas horas está una persona delante del ordenador. También sirven para saber si está haciendo horas de más y alertarla de que necesita hacer una pausa o dejar de trabajar, es decir, le ayuda a ejercer su derecho a la desconexión. Algunas aplicaciones como EffiWork incluso permiten ser parametrizadas de manera que desconecten automáticamente el sistema a partir de un determinado número de horas.

Les ayuda a conciliar. Con el auge del teletrabajo y de la flexibilidad horaria, las herramientas de medición son imprescindibles para permitir al trabajador ajustar su jornada y sus objetivos de productividad; a los momentos de trabajo que mejor se adapten a sus circunstancias personales. De esta forma, el trabajador no será esclavo de su tiempo de trabajo, sino que será el tiempo el que se ajuste a sus necesidades.

Mejora su nivel de autoconocimiento. Uno de los mejores regalos que puede recibir un profesional es conocimiento sobre su propio desempeño, fortalezas y debilidades. Porque ese conocimiento le ayudará mejorar. Un sistema de medición de desempeño ofrece una información muy valiosa al profesional acerca de sus puntos fuertes y débiles. Información como los momentos del día en los que su rendimiento es mayor o menor, el tipo de tareas que le llevan más tiempo y otros muchos datos que le ofrecerán una valiosa fotografía sobre sí mismo.

Les hace mejorar. Toda esa información, convenientemente procesada por el trabajador y contrastada con sus managers, puede ser empleada para potenciar esos puntos fuertes y trabajar los puntos de mejora a través de programas de formación y otras medidas.

Se sienten más integrado y valorado. La clave del éxito de una herramienta de medición está en la mutua confianza entre empresa y trabajador. Pero, además, el propio uso de la herramienta fomenta esa confianza. El profesional se siente así más valorado por su empleador y la empresa más dispuesta a confiar ciegamente en sus trabajadores.

Les empodera. Las herramientas de medición ‘liberan’ a los trabajadores, permiten pasar de una cultura de supervisión y de “atar en corto” a una de ‘soltar amarras’ en las que los profesionales ganan autonomía. Este cambio tiene dos efectos fundamentales. Por un lado, mejoraran la autoconfianza y seguridad de los empleados, que ven que su empresa confía en su criterio y no solo les permite expresarlo libremente, sino que les anima a ponerlo en práctica. Por otro, fomenta un estilo de liderazgo menos jerárquico y menos apoyado en las ‘ordenes’, y lo cambia por uno más de ayuda y coordinación.

Les proporciona control. Y, sí, proporciona también “control”, esa tan temida palabra por muchos. Pero no un control en el sentido de atenazar al trabajador, sino un control en su acepción de orden y que se erige en un aliado fundamental para el profesional. Y es que todos necesitamos introducir un mínimo de orden en nuestra vida. El orden nos proporciona seguridad, tranquilidad y nos ayuda a optimizar ese bien tan valioso como escaso que es el tiempo. Y un trabajador que cuenta con herramientas para optimizar su tiempo es un trabajador no solo es más productivo sino también más satisfecho.