«Bienvenido al desierto de lo real», pronunciaba Morfeo en la película «Matrix» (1999) para mostrarle a Neo un nuevo paisaje que surgía. Dos décadas después, la aparición de la realidad virtual inmersiva ha dado un giro radical a nuestra existencia. El uso de las tecnologías se ha normalizado hasta el punto de asegurar una vida digital a partir de la conexión múltiple y permanente. Sin embargo, el metaverso abre grandes oportunidades, al mismo tiempo que supone ciertas incógnitas sobre lo presencial y lo virtual, las condiciones técnicas y sociales, las consecuencias económicas, políticas y psicológicas de los avances tecnológicos. Las transformaciones en curso obligan a repensar la presencialidad y el cuerpo en un nuevo contexto donde cobran otro valor.