Más de 120 estudiantes de la UOC hacen de mentores y mentoras, y cada semana acompañan a jóvenes en riesgo de exclusión y a personas refugiadas. De este modo, a lo largo del curso establecen un vínculo que les permitirá conocer otras realidades, ampliar horizontes y crecer juntos como personas y profesionales. Para hacerlo posible, la universidad, comprometida con el sector social y el empoderamiento de los estudiantes como ciudadanos globales, ha establecido alianzas con entidades de primer nivel reconocidas con el sello de calidad de la Coordinadora de Mentoría Social y elegidas para poner en marcha el Plan de mejora de oportunidades educativas (PMOE) de la Generalitat de Cataluña.

En España hay 19 entidades que forman parte de la Coordinadora de Mentoría Social y que han puesto en marcha 24 proyectos en los que han participado 1.333 personas mentoradas y 1.428 mentores y mentoras (2020). “La mentoría social promueve la relación basada en un vínculo de confianza entre personas que voluntariamente se ofrecen (mentores y mentoras) a proporcionar un apoyo a otras personas que se encuentran en una situación de riesgo de exclusión (mentorados y mentoradas). Para que la mentoría sea fructífera, un técnico supervisa y evalúa todo el proceso, y ofrece acompañamiento y apoyo”, explica Isabel Gutiérrez, miembro del equipo técnico del Programa catalán de refugio (PCR) de la Coordinadora de Mentoría Social, con quien la UOC colabora desde el confinamiento. “En aquel momento, muchas relaciones de mentoría activas pasaron a tener contacto telemático en lugar de presencial y tuvimos que adaptar la formación inicial de los voluntarios a la virtualidad, así como los espacios y encuentros de intercambio y seguimiento. La UOC ofrecía conocimiento, herramientas y recursos para la gestión y dinamización de espacios virtuales que nos resultaron muy útiles, añade Gutiérrez.

A partir del confinamiento, la relación se formalizó y creció: durante este primer curso de colaboración, 61 personas vinculadas a la UOC, la primera universidad que colabora con este programa, se han apuntado como mentores y mentoras del programa para acompañar a personas o familias refugiadas o demandantes de asilo. Actualmente, ya son 15 las que han empezado la mentoría. Pero el efecto ha sido multiplicador, comparte Isabel Gutiérrez, que valora esta implicación y es consciente de que las personas que estudian a distancia a menudo lo hacen porque tienen menos tiempo o porque complementan sus estudios con otras actividades. “Nuestro programa fomenta la mentoría grupal (es decir, un grupo de mentores acompaña a una persona o familia refugiada) y nos hemos encontrado con varios estudiantes de la UOC que se han apuntado con personas de su entorno próximo (familia, amistades, etc.) para hacer la mentoría juntos”, explica. La técnica destaca que “en todo momento la comunicación con el equipo del Área de Globalización y Cooperación de la UOC ha sido muy fluida y la colaboración con sus servicios territoriales ha facilitado la llamada de voluntariado en las zonas donde hay más necesidad“.

Mentoría: todo el mundo recibe y aporta

Marina Claverias, profesora de la Universitat Rovira i Virgili y directora de la Asociación Quilòmetre Zero (responsable del proyecto de mentoría AmbTu), coincide en destacar el valor añadido del territorio: “el estudiantado de la UOC vive en territorios muy variados y esta colaboración nos facilita llegar a lugares donde no llegamos con otras universidades”, afirma. Además, también valora “la diversidad respecto a la edad”. “Tenemos voluntarios de más de treinta años“, explica. A través de la mentoría, la Asociación Quilòmetre Zero acompaña al colectivo de jóvenes extutelados o en riesgo de exclusión que deben emprender la vida adulta y les ofrece apoyo. La entidad ha recibido el Premio a la Innovación Social 2021 por sus proyectos. Esta relación es una alianza en la que todo el mundo gana: “los estudiantes universitarios forman parte de una ciudadanía activa”, afirma Claverias.

“La universidad, gracias al voluntariado, realiza una tarea de sensibilización sobre problemáticas sociales y distintas situaciones de personas que viven en vulnerabilidad, y ofrece un espacio de compromiso hacia la transformación social. Son situaciones que quizás los estudiantes no conocen si no realizan este voluntariado. Desde la asociación ofrecemos la experiencia de la realidad, del día a día, y facilitamos la transferencia de conocimiento y de participación en posibles proyectos de investigación para medir el impacto de nuestras acciones, por ejemplo”, añade.

Jaume Sampol, coordinador de Informática y Comunicaciones de una entidad deportiva municipal, empezó el grado de Psicología como un reto personal de superación. A comienzos de año se incorporó a este proyecto. “La Asociación Quilòmetre Zero hace un trabajo con el que me veo completamente identificado y que te permite acompañar y ser acompañado en un proceso de aprendizaje vital“, afirma. Jaume es mentor de un joven que deja el entorno de tutela oficial. Su función es “ejercer de voluntario de apoyo fuera de los ámbitos institucionalizados“. “Uno de los aspectos clave es dejar claro que no somos ni educadores ni asistentes sociales; nuestra tarea es compartir semanalmente con ellos un espacio de tranquilidad, complicidad y confianza. He encontrado una experiencia gratificante y generosa por parte del joven”, explica.

Como estudiantes, “estamos en un proceso de aprendizaje permanente, y cualquier acción que se pueda hacer en el ámbito del voluntariado solidario siempre tiene una repercusión emocional y socialmente positiva para todo el mundo”, afirma el futuro psicólogo, que recomienda la experiencia. “Participar en un proyecto de voluntariado es dar coherencia a los valores que se nos transmiten desde la UOC: formar y transformar”, añade.

Maria Pintor estudia el grado de Educación Social y trabaja como monitora de comedor, camarera, profesora de danza… “Soy una pluriempleada, pero este septiembre empiezo como educadora en un centro abierto con niños”, explica. Sin duda, su experiencia como voluntaria en la AFEV le será muy útil. “Desde la UOC, recibí un correo donde se presentaban propuestas de voluntariados y entidades. Me interesó porque se hacía un trabajo muy bueno con niños en situación de desigualdad social. Ha sido una experiencia muy bonita y motivadora. Además, estaba empezando la carrera, me faltaban años para terminar y cuando me graduara sería mayor que la mayoría de gente, y no tenía ninguna experiencia. Ha sido una gran oportunidad profesional y personal para enriquecerme con conocimientos, porque al final trabajas con técnicos y técnicas. Me abrió muchas puertas: he hecho el servicio civil y he sido becaria de la AFEV, como referente de barrio. Hicimos un tándem muy bonito con mi mentora, que me introdujo en el proyecto, y al mismo tiempo resultó fácil porque con la joven a quien acompañaba establecimos una relación bonita de confianza y comunicación”, añade. El programa Rossinyol de esta entidad ha recibido el Premio de Innovación Social de La Caixa.

Voluntariado universitario

La misión de esta entidad es promover el voluntariado social universitario para luchar contra las desigualdades sociales de niños y jóvenes en exclusión de los barrios y territorios más vulnerables. Desde que se puso en marcha en Francia hace treinta años, la AFEV “impulsa el voluntariado social de estudiantes porque creemos que es una herramienta poderosa para aumentar la implicación social de los jóvenes y crear oportunidades para que conozcan y vivan situaciones y realidades con las que a menudo no están familiarizados, a fin de aumentar su conciencia social, afirma Joke Aerts, delegada territorial de la entidad. “En Cataluña y Valencia intervenimos a través de varios proyectos que tienen la mentoría social como hilo conductor. Tenemos convenios de colaboración con todas las universidades públicas. Contactamos con la UOC por su compromiso con el entorno; desde el primer contacto, la universidad ha mostrado mucho interés en nuestros proyectos y mucha disponibilidad para apoyarnos. Además del convenio de colaboración para la movilización de voluntarios, también hemos podido firmar uno de convalidación de créditos que hace que todavía sea más atractivo para los estudiantes de la UOC poder participar en nuestros proyectos”, explica.

Según ella, el potencial de este tipo de voluntariado nace en el vínculo afectivo y de confianza entre la persona que recibe la mentoría y el mentor o mentora. “Todos hemos tenido algún mentor en nuestra vida, que nos ha acompañado o que ha sido importante en las decisiones que hemos tomado o en los caminos que hemos escogido. Algunos estudios académicos demuestran que en los entornos más vulnerables las posibilidades de encontrar mentores ‘naturales’ se reducen a la mitad. La mentoría ofrece a estas personas la oportunidad de tener una figura de referencia positiva que les dedica tiempo, de forma voluntaria y no profesionalizada, y que los ayuda a pasar etapas de transición y a reforzar sus competencias. A través de la mentoría, los voluntarios también adquieren nuevas competencias: nos explican cómo han podido trabajar la responsabilidad, la empatía, la escucha activa y las competencias organizativas a través de esta experiencia”, añade Aerts.

¿Por qué desde la AFEV apuestan por la mentoría y por los estudiantes universitarios como mentores? Según la delegada territorial, uno de los principales requisitos para poder hacer de mentor es tener disponibilidad para comprometerse con la persona mentorada a lo largo del curso escolar“. “Es un compromiso que puede combinarse fácilmente con los estudios, sobre todo con la organización de los estudios de la UOC. No hay que ser experto o profesional (ofrecemos formación y apoyo), sino que la gracia es que los mentores sean jóvenes y próximos, a fin de que las personas mentoradas puedan verlos como un referente, como alguien que recientemente ha pasado por situaciones quizás parecidas a las suyas. Sí es importante y necesario que los futuros voluntarios estén abiertos a aprender, a escuchar, a acompañar a un niño o joven aceptándolo tal y como es y entendiendo qué le hace falta, qué le gusta y qué necesidades o deseos tiene. Deben estar atentos y mostrar curiosidad a fin de descubrir nuevas potencialidades o intereses y ayudarlo a hacer su camino“, explica Aerts.

Tanto la Asociación Quilòmetre Zero como la AEFV han sido escogidas por la Generalitat de Cataluña en el marco del Plan de mejoras de oportunidades educativas (PMOE), para desarrollar todas las acciones de mentoría social en las provincias de Barcelona y Lleida (AFEV) y de Tarragona (Asociación Quilòmetre Zero). Este ha sido el año piloto que ha demostrado el éxito de las colaboraciones entre administraciones públicas, escuelas, institutos, entidades sociales y universidades.