La responsabilidad afectiva es algo de lo que se lleva hablando mucho tiempo, aunque el término como tal se ha acuñado recientemente. Se podría definir como la capacidad de ser conscientes de que nuestro comportamiento y nuestra comunicación tienen un impacto sobre los demás, además de tratarse de una herramienta para concienciar sobre la importancia del cuidado mutuo en nuestras relaciones, sean del tipo que sean. Precisamente por su importancia y por la necesidad de que se conozca mejor el término y su significado, Freeda, la plataforma que difunde historias reales para inspirar un cambio positivo, ha querido estrenar 2023 dedicando el mes de enero a hablar sobre este tema que nos toca tanto en nuestro día a día.

Cuando la responsabilidad afectiva no existe

Hay determinadas conductas en las que la responsabilidad afectiva brilla por su ausencia, algo que ocurre sobre todo en el ámbito amoroso y sexual cuando hablamos de relaciones incipientes. Es el caso, como se puede observar en este vídeo de Freeda, del “breadcrumbing” o lo que es lo mismo, “alimentar solo con migajas de pan el interés de alguien que lógicamente quiere comerse la barra de pan entera”. Esto se traduce en comportamientos como que te dejen en visto, que respondan con monosílabos a una clara declaración de intenciones, que reaparezcan en tu vida después de varias semanas de silencio…

Se trata de uno de los fenómenos más comunes del mal flirteo en redes sociales: es un problema que cuesta bastante detectar porque suele reaparecer varias veces, es una situación muy adictiva porque se produce un refuerzo intermitente. Se trata de un proceso psicológico mediante el cual la recompensa no se da cada vez que se lleva a cabo una conducta, sino solo a veces, por lo que la expectativa se mantiene todo el rato”, comenta la experta en el video de Freeda.

Los ‘breadcrumbers’, a quienes también podríamos definir como “personas Guadiana”, tienen un perfil claro, aunque cueste un tiempo detectarlas: son poco seguras de sí mismas, narcisistas y necesitan continuamente la aprobación de los demás, por lo que a menudo tienen este tipo de comportamientos para alimentar su ego.

Otro comportamiento clásico en el que se evita la responsabilidad afectiva es el ghosting, puesto que la comunicación dominante en esta situación es la pasivo-agresiva. La clásica desaparición para evitar hablar con otra persona, que se produce por razones muy diversas pero que al final siempre deja un mal sabor de boca e incluso puede llegar a generar mucho sufrimiento en la persona que es “ghosteada”. Este tipo de comportamientos evitan a toda costa pararse a pensar en la responsabilidad afectiva, algo de lo que habla en profundidad la psicóloga Eva Álvarez en el ya conocido formato de la plataforma ‘Tips de una Pro’. Si sabemos que está mal, entonces ¿por qué hacemos ghosting? Está claro que si una persona es responsable afectivamente consigo misma, también lo será con el resto, pero no siempre está todo lo claro que debería.

“Se hace por miedo a sentirse vulnerable, por evitar el conflicto y para no sentir vergüenza de decir determinadas cosas. También para no enfrentarse a una situación por orgullo o para no herir al otro. Pero lo que está claro es que, para tener relaciones sanas, hay que pasar por conversaciones incómodas”, afirma la psicóloga Eva Álvarez durante su conversación con Freeda España. 

Se ha observado que está muy normalizado utilizar una comunicación irresponsable, sin tener en cuenta al otro. La responsabilidad afectiva es necesaria, no solo en las relaciones de pareja, sino también en las familiares, las profesionales, así como en encuentros efímeros o de una noche.

Sabes que estás siendo responsable afectivamente si sientes que eres sincero contigo mismo y con el otro, si construyes relaciones desde la transparencia, con una comunicación frecuente y asertiva y no pasivo-agresiva. Una comunicación basada en acuerdos y desde el respeto mutuo”, continúa Eva Álvarez.

Por ejemplo, encontrarnos en una relación en la que no queremos Existen situaciones complejas a las que hacer frente donde la responsabilidad afectiva ocupa un papel protagonista involucrarnos más allá del sexo esporádico, pero la idea de herir los sentimientos de la otra persona nos puede llegar a asustar. En ese caso es importante diferenciar entre exigir (que se erige sobre el poder y la imposición) y pedir un mínimo de comunicación para llegar a un acuerdo y que todo quede claro. El mismo acuerdo al que deberíamos llegar cuando creemos que alguien está sintiendo algo más que nosotros. Escuchando, respetando y enfrentándonos a ello.

La responsabilidad afectiva es clave para que todas las personas podamos desarrollar nuestras relaciones de la manera más sana y consciente posible, así como para mejorar la comunicación, evitar sufrimientos innecesarios e incluso prevenir ciertos tipos de violencias. Hablar abiertamente de estos temas sigue siendo complicado, porque no todas las personas trabajamos igual en nuestra educación emocional y afectiva ni tenemos el mismo bagaje. Además, creemos que es importante ir más allá del ámbito de la pareja y tener presente la responsabilidad afectiva en todos los aspectos de nuestra vida. Al final se trata de normalizar la comunicación frecuente y constante como algo del día a día, presente en todo tipo de realidades y relaciones”, concluye María Arranz, coordinadora editorial en Freeda España.